jueves, 30 de agosto de 2012

¿Por qué Alemania insiste en mantener a España en un pantano?

Norberto E. García - Consultor Internacional – negarcia@speedy.com.pe 

El diagnóstico predominante entre los asesores y líderes del Gobierno de Alemania, es que en España se incurrió en un exceso de gasto público que generó un endeudamiento mayúsculo. Sumado a ello, la prodigalidad salarial condujo a una pérdida de competitividad precio. Por lo tanto, la solución pasa por una gigantesca reducción del gasto público y de los salarios. EL BCE no debe intervenir en la adquisición de títulos de la deuda de España en los mercados secundarios – y menos aún actuar como prestamista de última instancia – para obligar a España a implementar las reformas que teóricamente corregirían los desajustes enfrentados. En la práctica, al ser implementada esa solución sobre una economía que viene contrayéndose desde el 2009, conduce irremediablemente a una recesión continuada por años que incrementará el 25 % de desempleo verificado a inicios del 2012 y no generará el menor atisbo de crecimiento económico sustentable. Dicho de otra manera, España ha quedado metida dentro de un gigantesco y prolongado pantano. 

El diagnóstico predominante entre los asesores y líderes de Alemania no está avalado por la información estadística. Hasta el 2007 inclusive, España registró un superávit fiscal, superior al de Alemania y al de la media de la Eurozona. Pero al mismo tiempo, el déficit externo de España se elevó desde 0 % del PIB en 1999 a 8 % del PIB en el 2008. Este déficit externo fue balanceado con una enorme corriente de ingresos de capitales financieros, gran parte de ellos proveniente de los bancos alemanes que buscaban oportunidades de inversión para los excedentes que Alemania obtenía del aumento de sus exportaciones netas a toda la Unión Europea. 

El sistema financiero español, en lugar de canalizar ese ingreso de capital financiero hacia las actividades exportadoras o competidoras con importaciones, lo orientó prioritariamente hacia la construcción y venta de inmuebles. Es decir, en lugar de priorizar el uso de esos recursos para hacer más competitiva a la economía española, hizo lo inverso, los destinó hacia actividades no expuestas a la competitividad porque a partir del shock que supuso la adopción del euro – muy similar a que si España hubiera adoptado un tipo de cambio fijo – la rentabilidad en la construcción se elevó y generó un ciclo minskyano de bonanza con una burbuja de precios. 

Bajo el impacto de la crisis internacional del 2007-08, España sufre tres shocks gigantescos: i) se detiene abruptamente el influjo de capital financiero provocando el derrumbe del modelo financiero, el estallido de la burbuja inmobiliaria y una situación crecientemente difícil a un sector financiero que se había excedido en el otorgamiento de créditos para inmuebles; ii) una brusca elevación del déficit fiscal para incrementar su gasto público contra-cíclicamente para mitigar el aumento del desempleo y financiar el seguro de paro; iii) la economía se detiene y entra en un período, en 2009-11, en el que se alternan la contracción del crecimiento y la recesión. 

El Profesor Alberto Bagnai (Universidad Gabriele D’Annunzio y Universidad Leonardo Da Vinci, Italia) [1]/ aporta evidencia empírica de que en el caso de España, tuvo lugar un ciclo Minskyano de bonanza y crisis, sólo que en lugar de emerger como consecuencia del comportamiento de los agentes, se originó en un cambio exógeno en la política macroeconómica introducido súbitamente por la adopción del Euro, que fue equivalente a la súbita adopción de un tipo de cambio fijo. Este hecho, analizado en el contexto de un modelo de crecimiento Kaldoriano de causación acumulativa, además de un efecto perverso en el sector financiero que se endeudó en Euros para dar créditos para inmuebles, operó como un shock macroeconómico, ya que la rigidez nominal cambiaria alimentó, a través de diversos canales – incluyendo el comportamiento de las exportaciones y del producto – un efecto negativo sobre el crecimiento de la productividad, lo que aceleró la divergencia en la competitividad precio entre España y Alemania. 

Por todo lo expuesto, el diagnóstico de los economistas que asesoran al Gobierno alemán no soporta el primer minuto del primer round de un debate científico serio. Menos tiempo soporta aún el debate de las propuestas para resolver el problema de España efectuadas por esos mismos economistas alemanes y promovidas por el Gobierno alemán en las instituciones de la Eurozona: una rápida y gigantesca reducción del gasto público acompañada de una bajada de salarios y la no intervención del BCE en el mercado de deuda. La estrategia de la austeridad fiscal extrema ha fracasado en todos los países en los que se ha implementado. Ha fracasado en España, en Italia, en Irlanda, en Gran Bretaña, en Portugal, y en Grecia – donde ha generado una verdadera hecatombe. También ha fracasado la idea que la austeridad fiscal extrema generaría confianza en los mercados financieros y esto impulsaría la inversión financiera y la inversión productiva. Después de tres rondas de gigantescos recortes de gasto y reducción salarial, lo que puede constatarse en España es que la inversión financiera se ha retraído al nivel de impulsar la prima de riesgo de los títulos de la deuda española hasta niveles récord en julio y agosto del 2012, mientras que persiste la contracción de la inversión productiva, y la salida de capitales de España se eleva a niveles nunca antes registrados. Esto no ocurre sólo en España, una semana atrás la publicación británica New Statesman entrevistó a 20 economistas británicos que en 2010 promovían el recorte de gasto público y hoy día, con Gran Bretaña en una segunda recesión originada en ese recorte, sólo uno de los 20 sigue defendiendo los recortes de gasto efectuados por el Gobierno Británico. 

Más aún, numerosos economistas alemanes han sostenido que el BCE no debe intervenir comprando títulos de la deuda de España en el mercado secundario, lo que aliviaría la presión sobre el presupuesto Español y sobre las expectativas de los mercados financieros y reales. 

Pero, entonces, ¿a qué se debe el empecinamiento de estos asesores y líderes alemanes en mantener una exigencia de políticas económicas que han demostrado su fracaso? 

La primera razón es ideológica: los economistas que han sostenido una propuesta científica equivocada, son muchas veces reacios a reconocer su error y siguen pertinazmente sosteniendo las mismas ideas a pesar de que la evidencia estadística disponible señale lo contrario. Esto no es nuevo: había economistas que durante la gran depresión mundial iniciada en 1929 seguían sosteniendo que había que reducir el gasto público y el crédito bancario “para poner orden” como si esto pudiera contribuir a la salida de una depresión mundial. Había otros que en el mismo período sostenían que los Gobiernos no debían intervenir; había que dejar que la depresión se profundizara más y más para que el libre juego de los mercados finalmente actuara y por sí sólo sacara las economías de la depresión. Similarmente, después de la crisis del 2007-08 en la que se demostró que la desregulación de la gran banca de inversión condujo a una hecatombe mundial impulsada por un exceso de codicia, muchos economistas siguieron hasta hoy día defendiendo la idea de que los mercados financieros deberían funcionar libremente y sin regulaciones. Dicho de otra manera, dentro de las propuestas económicas a las que se ve sometida España hay una fuerte dosis de ideología que carece de sustento científico alguno. 

La segunda razón puede ser de origen político partidista. Ni la Canciller Merkel ni los líderes políticos de su coalición de gobierno, le han explicado al pueblo alemán que conducir Europa implica también responsabilidades y hacer algunos aportes. De otro modo, la recesión que se genera en Europa – como lo estamos viendo – terminará por afectar negativamente al propio pueblo alemán. Pero en lugar de una explicación objetiva, se escogió el camino de señalar que no se promoverían medidas que afectaran el bolsillo del contribuyente alemán. Y este compromiso con el bolsillo se erigió en un principio sacrosanto sobre el que se juega a todo o nada la política interna de Alemania. El hecho político relevante pareciera ser que si una recesión en Europa afecta el nivel de vida del pueblo alemán, la culpa es de la recesión y no de que el Gobierno extraiga de su bolsillo aportes hacia la Eurozona. 

La tercera razón es de clara conveniencia económica. En la medida que la prima de riesgo permanezca muy elevada en España, Italia y otros países de la periferia Europea, los inversionistas demandan títulos de la deuda alemana, elevan su precio, reducen su rendimiento y esto hace que la prima de riesgo sobre los títulos de la deuda alemana se mantenga a niveles muy bajos. Tan bajos que cuando tomamos en cuenta la tasa de inflación interna en Alemania, la tasa de interés real de esos títulos es negativa. Es decir, al Estado Alemán hay que pagarle una prima para comprar títulos de su deuda – mientras que el Estado Español paga una prima a sus inversionistas para colocar títulos de su deuda. Por lo tanto, en la medida que la situación de España, Italia y otros países de la periferia europea permanezca hecha un desastre, el Gobierno alemán puede financiarse gratuitamente en cantidades astronómicas. Pero además, la muy baja prima de riesgo de Alemania influye poderosamente para que los bancos alemanes puedan financiarse a tasas de interés bajísimas – y colocar los recursos así obtenidos a rendimientos muchos más altos. Por consiguiente, mantener a la periferia de Europa en un pantano sin solución, contribuye a que el Gobierno alemán pueda financiarse sin costo alguno y a reducir el costo del financiamiento de la banca privada alemana. Dado que la banca privada alemana, como en cualquier país del mundo, alguna influencia tiene sobre su Banco Central, no debería extrañarnos que el Bundesbank defienda la política económica de los líderes alemanes y se oponga explícitamente a cualquier intervención del BCE. Dado el peso relativo del Bundesbank sobre el BCE, esto es algo bastante cercano a un veto. Por consiguiente aún si una recesión suave afecta a las actividades productivas y al pueblo de Alemania, tanto el Gobierno como los bancos alemanes pueden continuar con su fiesta de financiarse a costos bajísimos haciendo grandes beneficios. 

La cuarta razón la ha planteado recientemente el Profesor Antón Costas de la Universidad de Barcelona.[2]/ El argumento central del Profesor Antón Costas es que Alemania y la UE usan sus políticas y el Euro como instrumento de poder casi colonial, como medio de dominación, para obtener de los países de la periferia europea las reformas económicas que ellos consideran buenas para esos pueblos. Esto no debería sorprendernos ya que no es novedad en Alemania que la austeridad fiscal extrema se imponga a sangre y fuego. El Canciller Heinrich Bruening impuso en Alemania la austeridad fiscal extrema en 1930-33, en plena depresión mundial, y su fracaso fue la causa inmediata de la subida de Adolf Hitler y sus partidarios[3]/. El Profesor Costas subraya como en este proceso de dominación sobre la periferia europea Alemania elude su corresponsabilidad en el desencadenamiento de la crisis española y que un proceso de reformas no puede ser impuesto desde afuera por “dictadores benevolentes”. Las reformas, como cualquier cambio significativo en una sociedad democrática, deben ser procesadas por las instituciones democráticas representativas de la sociedad española, debatidas y aprobadas por las mismas. 

La quinta razón emerge como una combinación de las cuatro razones previas. El empecinamiento en mantener a España en un pantano es una consecuencia de la combinación de la terquedad ideológica de los economistas alemanes cercanos al poder, del principio del partidismo político de no tocar el bolsillo del contribuyente alemán aunque eso implique que el pueblo alemán sufra también una recesión, de los pingües beneficios financieros para el Gobierno alemán y para los bancos alemanes de mantener a España (y a otros países periféricos de Europa) en un pantano y de haber asumido el rol “benevolente” de imponer las reformas que ellos consideran necesarias para los pueblos de la periferia de Europa – en una flagrante violación de los más elementales principios democráticos, de convivencia internacional y de las propias reglas de funcionamiento de la Unión Europea y de la Eurozona. Se enfrentan así varias razones muy poderosas que explican por qué un grupo de destacados economistas y líderes alemanes – y funcionarios de la Eurozona - se empecinan en mantener a España en un pantano. Lo sorprendente es que el propio Gobierno español actual, en lugar de resistir estas presiones, colabore a que las mismas se hagan sentir con más fuerza y tome la responsabilidad de implementar las políticas correspondientes a cualquier costo. Pareciera, desafortunadamente, que el actual gobierno tiende a coincidir con las razones expuestas. 


[1] / Vease Alberto Bagnai, “Unhappy families are all alike: Minskyan cycles, Kaldorian growth and the Eurozone peripheral crisis”. En ITF, Serie Lecturas, www.itf.org.ar
2] / Vease Antón Costas, “Los dictadores benevolentes” El País, 20 de Agosto del 2012. 
[3] / Contrariamente a lo que suele escucharse, no fue la hiperinflación alemana de 1923 lo que provocó el ascenso del nazismo, si no el fracaso de la austeridad fiscal extrema del Canciller Bruening en 1930-33 para dinamizar a la economía alemana frente a los estragos de la depresión mundial.

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